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La llegada de Clarita a nuestras vidas: Un embarazo deseado y un parto humanizado

  • Dra. Ana G. Lucas Quintero.
  • 19 sept 2017
  • 3 Min. de lectura

Clarita es una bebé deseada, buscada, muy amada y esperada desde el día que nos enteramos de su existencia.Después de casarnos, debo confesar que tenía mucho miedo a ser mamá: tenía miedo a afectar la relación tan linda que construimos con David basada en una comunicación fluida y en el compartir cada momento de nuestras vidas; tampoco estaba preparada para dejar de llevar una vida tan llena de compromisos laborales y sociales, sabiendo el tiempo y la dedicación que requiere un bebé recién nacido. David por su parte no quería esperar mucho tiempo porque sostenía que no quería “ser un papá viejo”, por lo cual, llegamos al acuerdo de esperar un tiempo, disfrutar de nuestra vida de casados y ver cuando “se activaba en mí el chip de la maternidad”. Mientras tanto, porque yo no puedo hacer una cosa a la vez, comencé a tomar ácido fólico, comer más saludable que de costumbre y hacer ejercicios más rutinariamente preparando mi cuerpo hasta que mi corazón y mi mente estuvieran listos para traer un bebé al mundo.


Un día, me levanté y le dije a David: “estoy lista, quiero ser mamá”; estando los dos en la misma “sintonía” y decididos a ser padres empezamos a buscar bebé. Clarita no demoró más que un mes en llegar a nuestras vidas, nos enteramos de su presencia entre nosotros el 31 de diciembre de 2016 noticia que nos hizo cerrar el año con una inmensa felicidad.


El embarazo fue inmejorable, no sufrí ningún achaque durante el primer trimestre, solo tuve más sueño que de costumbre y un hambre voraz que me tenía preocupada. El segundo trimestre fue mucho más activo y sin molestias, pude hacer natación casi sin restricciones y disfruté un montón de comer frutas y comida china (que hasta antes del embarazo no me gustaba). El tercer trimestre también fue muy bueno, hasta las 34 semanas de gestación que empecé a sentir el peso de la barriga, se me hincharon un poco los pies y me cansaba más fácilmente, igualmente seguí haciendo ejercicios y traté de mantenerme lo más activa posible.


Clarita decidió llegar un poco antes de lo esperado, a las 37 semanas de gestación, comencé con contracciones a las 5 de la mañana, pasamos la primera etapa del trabajo de parto en la comodidad de nuestra casa y compartiendo con Belle la llegada de la nueva integrante de la familia, cuando las contracciones fueron más intensas y de mayor duración decidimos trasladarnos al hospital. Cuando llegamos al hospital Pacifica Salud, nos atendieron con mucho respeto y calidez, David permaneció a mi lado en todo momento, apoyando y cuidándome. Luego de un par de horas, mi ginecólogo sugirió conducir la labor con goteo de oxitocina porque las contracciones si bien tenían buena intensidad eran muy esporádicas y no estaba logrando la dilatación esperada, luego de 2 horas de contracciones más intensas pedí anestesia para sobrellevar el dolor. Luego de la anestesia, deje de sentir dolor pero me daba cuenta cuando venían las contracciones, gracias a los monitoreos tenía la certeza que Clarita estaba bien y yo estaba muy tranquila y disfrutando del momento en compañía de David.


Clarita llego al mundo en medio de un clima de confianza, seguridad e intimidad, respetando nuestra privacidad y dignidad. David y yo tuvimos un parto humanizado porque se escucharon nuestros deseos y necesidades, respetaron nuestras opiniones, nos acompañaron y guiaron durante todo el proceso del parto brindándonos información y apoyo para ayudarnos en la toma de decisiones durante todo el proceso, Nosotros fuimos los protagonistas en la llegada de Clarita al mundo.



 
 
 

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©2017 Dra. Ana Lucas Quintero.
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